26 de marzo de 2009

CIUDAD


"En primer lugar, para poder saborear esa belleza casual de los suburbios o las ruinas con sus árboles, sus hierbas y la naturaleza, hay que llegar a esos barrios, a esos lugares pobres repletos de ruinas, como un “extraño”. A los que viven allí, un muro hundido, un monasterio de derviches descuidado y desierto a causa de la prohibición, una fuente cuyo grifo está seco, una fábrica octogenaria que ya no produce, las casas vacías de los rumíes, armenios y judíos que huyeron de ellas por culpa de las presiones nacionalistas, otras a medio caerse, algunas ligeramente encorvadas en distintos ángulos como si desafiaran la perspectiva (o como tanto les gusta dibujar a los caricaturistas, inclinadas hasta apoyarse unas en otras), o los edificios con tejados, balcones y quicios de las ventanas torcidos no les despiertan sensaciones de lozanía y belleza, sino de pobreza, falta de medios, desesperación y descuido. Quienes disfrutan de la “belleza” casual que presentan esas escenas de pobreza de los suburbios con sus descuidados rincones históricos o saborean el pintoresquismo de las ruinas, son los que vienen de fuera."

ESTAMBUL. Ciudad y recuerdos, de Orhan Pamur

25 de marzo de 2009

EL CAPULLO

"-¿Qué te ha pasado en la mano?
(...)
-Parecía el típico capullo. Uno de esos pavos a los que le putea la mujer y le putea el jefe. De esos que sólo se ponen farrucos en el coche.
-Me conozco a esos. Esos capullos que están bajo presión. Más de 8 horas de trabajo al día incluyendo sábados, mujer dominante e hijos problemáticos, facturas, problemas, facturas, problemas, presión... Y la toman con el mundo. Si canalizaran ese odio hacia la fuente de sus problemas...
-La fuente de sus problemas es la fuente de los problemas de toda la sociedad. Y esos capullos no ven más allá del partido de fútbol del domingo.
-Hay miles de capullos.
-Y de los típicos que sólo son valientes cuando conducen, hay más aún.
(...)
-Anoche estaba yendo a casa de mi primo en el coche de mi novia. No sabía por qué calle tenía que girar.
-¿Nunca habías ido a casa de Pitu en coche?
-No.
-Ah.
-Conducía despacio. Ése capullo iba detrás mío. Pitaba, y le veía gesticular en el retrovisor. Había cuatro carriles y ese hijo de puta iba detrás mío para tocarme los cojones. "Tranquilo, tranquilo..." me decía a mí mismo. Después de un buen tramo me adelantó. Pasó junto a mí. Llevaba una camisa azul y una corbata gris. Tenía unos 35 años. Rubio, pelo corto. Algo gordo.
-Típico capullo.
- Yo llevaba la música a toda hostia y no le oí gritar. Pero vi que me gritaba. Me sacó el dedo. Fue lo último que pude aguantar. Aceleré y le seguí, pitándole.
-¿Se achantó?
-¡Sí! ¡Sí!
-Hijo de puta cagón.
-Era un cobarde.
-Un capullo.
-En el primer semáforo bajé del coche. Me acerqué a él. Vi como ponía el seguro. Antes de que le diera tiempo a subir la ventanilla le di un puñetazo en la boca. Le salté varios dientes. Por eso llevo la mano vendada. Se echó hacia el otro asiento. Me cagué en todos sus putos muertos y le reventé el limpiaparabrisas y el retorvisor izquierdo. También le abollé el coche. El capullo no hizo nada. Estaba encogido en el asiento.
(...)
-¿Te ha denunciado?
-¿No te he dicho antes que me pareció uno de esos capullos que sólo son valientes cuando conducen?
-Sí.
-Pues eso.
-Ah. ¿Eso significa que te ha denunciado?
Joder! No, no, significa que no me ha denunciado."

Extracto de OVEJAS LOCAS, de Marv